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-579- cuarto de hora, soñé que veía una pequeña araña de mala catadura, quise matarla, y no pude, porque se huyó; pero, habiéndola alcanzado en términos de po– der pisarla a satisfacción, no pude conseguirlo, por– que siempre erraba el golpe, pisando donde no la hería, aunque la tenia debaj0, y sólo quedó parada y como mortificada. Había allí no sé qué sacerdote, a quien clamé que me ayudase a matarla; <li ó para ello un s pocos pasos y nada más , de modo que no llegó a donde estaba la araña parada. Desperté inmediatamente, creyendo o discurrien– do que en aquello se me d1:1ba a entender lo que se– ria esta Misión por lo escaso de su fruto. La tarde antecedente a la de la siesta referida , había predicado fuertemente sobre esto, y retirándome sin hacer acto de contrición y diciendo con ardor entre otras sen– tencias: fmplete mensuram patrum vestrorum. Me parece que el éxi to corresponde fielmente a lo sofíado. Y lo del sacerdote que dió uno o dos pasos para ayudarme, comprendo que significa el haberse frustrado con la lluvia la procesión de penitencia que tenia pensada para esta tarde y que me ayudasen en ella varios sacerdotes de la Comunidad. Los efectos del sueño fueron y son de pesar, porque las almas no se convierten, y de humillación y dolor , porque mi ignorancia, mi falta de consideración, o mi tupimien– to y pecados han motivado que todo lo predicado ha– ya sido importuno, ftítil , y como no del día ni para la actual necesidad del pueblo. He pedido y pido a Dios que me perdone, casi creído que es mía la culpa. P ida usted a Su Majes– tad que me perdor:ie . Lo del sacerdote no lo he en– tendido hasta que he visto no se ha efectuado la procesión de pen itencia .» (1) (1) Cartas de conciencia, 12 de diciembre de 1798 .

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