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-570- no de mi alma, lo que estos hombres han dicho y di – cen en alabanza de la palabra de Dios que han oido y del vilísimo e inmundo instrumento que se la ha co– municado. Basta saber que uno de sus cónsules dijo, hablando con ellos, a presencia de algLmos católicos: «A este Padre conviene traerlo a Cádiz una vez to– dos los años, por lo menos, para que a nosotros nos predique. » Estoy cierto de que no lo diría si me co– nociese; mas han oído a Dios y no a mi. Si alguien ha querido hablar con menos estimación de la Misión, estos señores han sacado la cara en su defensa. ¡Oh ·bondad de Dios y juicios suyos incomprensibles! No me queda duda que esto lo ha conseguido nuestra Hermana María Antonia por los fundamentos que tengo para ello. Estoy en continuo sobresalto con esta criatura, porque la buscan casi continuamente para matarléi, de resultas de las almas que convierte a Dios, encargándose ella las más veces de asegu– .rarlas, poniéndolas en otro destino, y quisiera le di– jeses lo que debo hacer sobre esto, porque yo no tengo confianza alguna en mi dictamen .» (1) Las conferencias a los protestantes, predicadas ,en la Iglesia de Capuchinos de Cádiz, se las pidie– ron ellos mismos, para que se imprimiesen; pero al Beato Diego no le dió tiempo de escribirlas por ex– t enso, y sólo dejó los croquis de las dos primeras, que se imorimieron entre sus obras póstumas. Trat a la primera sobre las notas de la verdadera Igl esia y la luz divina para conocerlas; la segunda de la justi – fi cación, la que se recibe por el Bautismo, se reco– bra por la penitencia y se fortalece con la Eucaristía. Las dos son una prueba de los conocimientos teoló– gicos del Beato Diego . (2) (1) Cartas interesantes del Beato al P. Francisco <le Asís González, S de mayo de 1798. (2J Extracto compendioso de los principales pun -

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