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- 550- mi remedio, quon;am ab ipso patientía mea, sin poder olvidar: Vae illis qui perdiderunt sustinen– tiam. Entre estas fatigas me quedé algo dormido, y en el sueño se me representó que entraba en una casa grande que parecía ser paso para otra; me entré en un cuarto que creía destinado para mí, según que todo su aparato lo indicaba, y hallé en él dos gatos muy ariscos y aviesos, que inmediatamente me en– bistieron al hábito, y queriendo salirme de allí, per– suadido de que no era aquella estancia para mí, al tiempo de tomar el breviario, me asaltaron los dos gatos con más furia, el uno hasta el hombro derecho, que con suma facilidad pude sacudir y el otro a la manga del brazo izquierdo, con tal tesón que no po– día desviarlo, hasta que saliendo de allí para seguir mi destino, me encontré con la familia o criados de aquella casR, que estaban rezando el Rosario o no sé qué devotas oraciones a Nuestra Señora, y acercán– dome a uno ellos, tomó el gato y lo apartó de mí, de suerte que no volví más a verlo. Pasé adelante e hice tránsito por una sala muy aderezada, dede había varios señores ricamente ves– tidos, al modo de tenientes generales, de los cuales se llegaron dos a saludarme; les correspondí muy de paso , y, sin mirar lo que allí había, proseguí mi ca– mino a la otra casa, y a este ti empo desperté. La inteligencia que se me ha propuesto de lo referido es que aq uellos dos gatos son: el más tenaz, el espí– ritu de mi impaciencia, y el otro el de vanidad . De este lo conocí en los diferentes pensamientos de ella, que en lo mayor de peligro me asaltaron; los cuales con la gracia de Di os se disiparon prontamente; y de aquel lo conocí también en la continuación de sus tentaciones; conocí que para separar de mí este ene– migo, sería el medi o, que yo y otros clamáramos a Maria Santísima Nuestra Señora con devociones y

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