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-549- (Ronda) en los últimos días de mayo, y al tercero o cuarto, me acometió una especie de tercianas, tan lenta y floja que apenas se conocía. Pero en la cuar– ta se declaró en términos que me puso en las puertas de la eternidad, de modo que, a no haber entrado una persona de la familia a verme, se creen me hubieran hallado difunto, ahogado, al parecer de la sangre. Esto fué en la noche del 9 del corriente Uunio) en cuya hora, avisado el médico, y con refrescos de vi– nagre en bebida y paños en el vientre, y con san– grías al día siguiente, se acortó la enfermedad, de suerte que la quinta terciana fué pequeña, y la últi– ma, porque después no ha repetido. Sigo bien en mi convalecencia, a Dios gracias, reconociendo de día en día el al ivio que su Divina Majestad me concede. ¡Ojalá que acierte a emplearla en el fin para que me la da sin merecerla! La ofrezco a la disposi ción de usted para lo que guste mandarme. >> Visiones. -«En este viaje pasado determiné ha– cer, y en efecto hice, una confesi ón general de toda mi vida con un religi oso de mi Orden, porque se mantenían vivos estos deseos desde el sueño que referí a usted en una de mis últimas cartas. En la enfermedad me sucedió en la actualidad del mayor peligro, ponerse con bastante claridad, a mi parecer, que en el aumento que ella había de torna r para morir, me quitaría Dios la paciencia o el auxilio para ella, en justo castigo de mi mala vida, y que, lleva – do de la impaciencia, caería en la desesperación y me condenaría sin remedio. La contristación que esto me ocasionó y el miedo que se apoderó de mí, nunca podré bastantemente manifestarl o. Llamada aquí toda la atención, apenas podía pensar en otra cosa; y cuando me ví algo libre de esta fatiga, clamaba a nuestro Señor Jesucristo y a su Santísima Madre por

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