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-543- tablecimien to del Jubileo de las Cuarenta Horas, y, vuelto a Ronda, predicó el día de San José y el sep– tenario de Dolores, y por abril fué a Sevilla a predi– car la primera novena de la Divina Pastora, de la que se acababa de conseguir la aprobación del Oficio y Misa, compuestos por el mismo Beato Diego. Como hemos de tratar este asunto aparte, no hacemos aquí sino reseñar ligeramente esta novena: «Estoy predi– cando la novena de la Divi na Pastora, -escribe des– de Sevilla. - Son grandes y muy escogidos los con– cursos, y la predicación terrible y fortísima y no escasa. ¡Dios haga que no la adultere yo con mi mala vida o con mis ignorancias !» (1) Debió ser en esta novena cuando el gran Após– t ol anunció a Sevilla el cólera. En aquel año se aca– baba de representar una indigna comedia, y, reciente el escándalo, el Beato Diego anunció la ira de Dios, como veremos más adelante. A pesar de sus amena– zas, la impiedad retoiiaba por todas partes, volvían los bailes y las comedias, y lo que él edificaba se lo destruían por otro lado. Dios quiso probar con un milagro que no eran vanas sus amenazas. i C: ') '-: Milagro del rayo en Morón.- Amaba el Beato Diego extraordinariamente a Morón . Había predica– do en ella infinidad de veces, desde sus primeros días de apostolado; t en ía allí muchas fam il ias a las que dis– tinguía entrañablemente, y él mismo había confesa– do este cariño en sus sermones y en sus cartas . Anteri ormente había cortado de raiz los odios y los pleitos , llamando a una casa particular a los enemis– tados, y les había echado en cara su dureza; mas ahora, al llegar a predica r la novena de Nuestro Pa– dre Jesús, supo que ida no hi:bía sido bien recibida ( l) Cartas de conciencia, ~7 de abril üe 1797.

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