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-540- el que consigue de Dios auxilio final es el que llega a poner el pie en el escalón tercero y seguro. Cotejo con la fe todas las circunstancias de lo soñado y las hallo muy conformes a lo que ella nos enseña. Sus efectos son buenos, de temor .devoto, de esperanza humilde, de petición fervorosa, singularmente en la• Misa, donde me hace ·clamar con explicación. En la oración suele ser esto ahora la materia de medita– ción: sólo pensar con viveza el acto de poner el pie en el tercer escalón llena de gozo toda el alma y de temores el ponerlo en el primero. Ya me parece que voy cayendo por aquel precipicio, ya que no tengo valor para echar el pie a la segunda grada, y así entre el temor y la esperanza, suele no faltar la de– voción. ¿Qué será esto, Padre mío? ¿Está ya mi. muerte cerca? ¿Me perderé, dando en aquel horrible despeñadero? ¡Dios mío, tened misericordia de mí!. suelo decir en mi interior. Vamos a no pecar y a servir a Dios por ser quien es y a darle gloria ahora, por si después caigo donde tengo merecido. » (1) No estaba tan cerca su muerte, como creía el Siervo de Dios, al que aun le quedaban cinco años de vida; pero Dios iba preparando su espíritu con la saludable ideg de la eternidad, para hacerle amar y desear la unión intima con su Criador. (1) Cartas de cúnciencia, 3 de febrero de 1797.

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