BCCCAP000000000000000000000177

- 534- obrecticia; y que, dado esto, sería conveniente pedir al Sumo Pontífice una declaración sobre cuál fué la intención de N. P. San Francisco, aunque confiesa dicho Padre, que no es su intención de que el P apa dispense en nada sobre la Clementina. La gran autoridad del Beato Diego hizo que cada una de las partes acudiera a él, solicitando su opi– nión. El P. Esquive] le remitió sus escritos, y el Beato Diego, por su falta de tiempo y por orderi del Padre Provincial de que rehuyera mezclarse en la controversia, le contestó excusándose. Mas en algu– nas pal abras de su respuesta se hubo de apoyar el Padre Esquive] para decir,en la visita del Rvmo . Pa– dre General, que el Beato Diego era de su opinión, y entonces el P. Gálvez, Guardián del Convento de Arcos, le escribió lo que pasaba, solicitando clara– mente su dictamen, que el Siervo de Dio~ se vió obligado a dar . En sentir del Beato Diego, aunque confiesa que no ha hecho un estudio profundo del asunto, la cos– tumbre de la Orden ha sido considerar los preceptos como gravemente obligatorios . En confirmación de que, aun antes de la Clementina, se entendía así, ci ta text ,,s de San Buenaventura, de los cuatro Maes– tros, del Expositor Hugo y de otros Expositores. Añade que la intención de obligar sub gravi no re– pugna ni a la caridad ni a la humildad del Santo Pa– triarca, pues de servir este argumento, se podría vol– ver contra los Sumos Pontífices y la Santa Iglesia , que la aprobaron. Rebate la dificultad de obse rvar la Regla, diciendo que no nos faltará la gracia de Dios para observarla, e igualmente refuta la preten– dida nulidad de la bula Exivi, confirmada po r dos Concilios y además rnn la garantía de las infalibilidad de la Iglesia en esta materia. Termina nuestro Beato Diego diciendo que la declaración pontificia que se

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz