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• -529- tarde. Allí conoció al célebre P. Santander, con el que antes tenía correspondencia, y cuya amistad -conservó hasta la muerte. El 16 predicó en Zamora, por la mañana a los eclesiásticos en la Catedral y por la tarde al pueblo en la plaza. Misión en Salamanca .-Descendiendo en direc· ción a Andalucía, llegó Salamanca. De esta Misión escribe a su Director: «La predicación de Salamanca fué bastánte fuerte y con ardor, que alguna vez se comunicaba al interior o participaba del bien, que por lo común nunca ha estado sin su acostumbrada sequedad y dureza. Los efectos en los oyentes pare– ce que eran de convencimiento y de admiración, par– ticularmente en los sabios, que en crecido número concurrían de toda clase. Hablé no poco sobre doc– trina y puntos de nuestra santa fe (en que parece ha– bía mucha corrupción, y fué Dios servido que algo se remediase, según después me han asegurado. ¡Sea Dios bendito! La Universidad no pidió pláticas, no obstante que todos los señores la deseaban: el moti– vo lo ignoramos. No sería voluntad de Dios. En par– ticular nada he sabido, sólo sí que la conmoción del pueblo fué extraordinaria y grande, singularmente en la última tarde, jueves de la semana del Espíritu S anto . Por este tiempo habían tomado ya algún aumento mis malecillos, y singularmente el de las entrañas y de los nervios; pero mucho más la falta de fuerzas, tanto que en cada sermón me temía el no poder aca– barlo. En el camino, que hicimos con alguna acelera– ción por esta causa, se continuaron en iguales tér– minos, de tal suerte que las tres últimas jornadas las hice montado en un borriquillo la mayor parte. En ellas me parece que tuve algo de calentura, que se repiti ó en los tres días que estuve en Sevilla y en los tres que gasté de allí acá y en los dos que le
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