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-527- una pequeña plaza, y por las mañanas al clero en una capilla de la Catedral. Para venir aquí fueron efica– ces los empeños de este Sr. Ilustrísimo, cuyos extre– mos de caridad y de sa tisfacción por haber venido a servirle, 110 caben en ponderación. En todas partes he lrnbl ado con ardor y esfuerzo contra las malas doctrinas del día, confutúndolas cuanto he podido o Dios me ha dado, y exhortando eficazmente al remedio de las actuales culpa,; y ne– cesidades, contrayéndome a la presente guerra, su causa y su remedio. Pero me parer:e, Padre mío, que lo helado de mi corazón impide mucho para el fruto apetecido. Me dicen que se hace alguno, ma s 110 aparece. Dios nos mire con misericordia y a mí me perdone. Es indecible lo que cunde la mala doct rina y el de– plorable estado en que se hallan los pueblos, sin ex– cluir aún las pequeñas aldeas. Esto me ti ene cont ris – tadísimo y sobresaltado y cuidadoso, temiendo si nos apartará Dios de sí y de su Santa Igl esia . Es mucho lo que se ha propagado la cizaña . Mi interior no se halln tan disipado ni perdido ow la bondad de Dios. No deja de ser el que es, ne– _,,-Jigente, inmortificado y lleno de amor propio. Pero el Señor se digna darme una intención rec ta, un cuidado con tinuo de dir ig irle y hacer por ::,u honra y glori a cuan to hago y man to se padece de penalidad en los caminos, con las lluvias, frí os y otras peque– ñas e inevi tab les mole:;tius; y deseo padecer con gusto o me alegro de sentir, y que me sean penosas estas penalidades, que procuro unir con las de nues– tro Redentor y ofrecérselas po r los prop ios fin es que pad':!ció las suyas. Nada notable ha ocurrido hasta ahora . En todas partes los limos. Cabildos han hon rado el santo mi-
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