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- 523 - que no falta, y que la intención es recta y purificada por la misericordia del Señor. Y aun a vista de las desgracias que nos avisan, y de las que se t emen, he presentado a su Majestad el deseo mismo que me da de que lo remedie, volviendo sobre mí solo el castigo general en que se ven comprendidos tantos de sus justos.» ( 1) Misión en La Coruña y El Ferro!.- Concluida la Misión de La Coruña pasó a El Ferro! por mar, y desde allí escribió a su Director: «Recibo la deseada y muy apreciable de usted del 11 del pasado, en la que, repitiéndome la necesidad y el respeto de esta Misión, renueva en mi los más vivüs deseos de ll enar los fines de Dios y desempeñar perfectamente todos mis deberes . Ojalá que así sea, y que no abuse yo de la gracia y ministerio a que soy enviado. Mucho se me recuerda en este tiempo aquella representación imaginaria que tuve en la Misión de Jaén, cuando se me figuró en la idea a Nuestro Señor Jesucristo con la cruz a cuestas, y que, yendo a caer, se sostuvo, poniéndome la mano en la cabeza , porque yo estaba arrodillado. No sé si ya lo he dicho esto otra vez. Sea de su inteligencia lo que fuere, puedo asegurar que deseo con vivas ansias, me parece, que los ma– les presentes no pasen adelante, y que la fe y la re– ligión no acaben de caer en España. Pero, viéndome el que soy, y cuán distante estoy de ser el instru– mento de un bien tan grande, me humillo y ine duelo de haber sido y de ser el que soy. Tal es y tanta mi miseria que de nada me enmien– do. Tibio, distraído y negligente en la oración, olvi – dado de la presencia de Dios, y siempre tan disipado que me horrorizo y me fastidio de mí mismo, justo castigo de mi pasada ingratitud y de mi envejecid3 (1) Cartas de conciencia, 31 de diciembre de 1794.

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