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-5:22 - Iglesia que ocurrieron, sólo se les predicó seis maña– nas. Se les predicó a las monjas en la víspera y dos primeros días de Pascua y en el quinto salimos para esta (la Coruña) donde llegamos ayer (30 de diciem– bre) y daré principio mañana a nuestra tarea. La predicación es algo ardiente y esforzada, con algo <le suavidad, y dulzura, tal cual vez . En todas partes hablo con claridad y ardor de los presentes errores y de nuestra obligación contra ellos. De su fruto puedo hablar poco, no obstante que es gravísima la necesidad que hay por este rei– no, por lo mucho que se ha propagado, aun entre la gente pobre, esta infernal semilla. Sólo he sabido que, oyéndome en Vigo un hombre, cuando combatía con ardor los desórdenes presentes, dijo después sus de– seos de hacerme callar con un golpe, que ni aun pudiese decir Jesús, el que no le permitió la ejecu– ción <le su intento. Cuando me lo avisaron, estando ya fuera de aquel pueblo, hizo la carne alguna pe– queña demostraci ón de flaqueza; pero el Señor me ha asistido para que después predique los mismos asun– tos con igual o con mayor esfuerzo. En Santiago, tuve, entre otros efectos que ignoramos, el de los adjuntos pasquines, que amanecieron multiplicados la segunda mañana después de concluida !& Misión. Aquel Ilmo. Cabildo hizo las más particul ➔ res de– mostraciones de aprecio de la palabra de Dios, así en particular como en común, tanto que me incorpo– raron en su comunidad y me di eron en su coro la pri– mera silla, después de las tres dignidades y la gracia extraordinaria de decir Misa un día sobre el sepul· ero del Santo Apóstol. Los concursos fueron gran– des, mas la moción no ha sido notable, comparada con la que en otros reinos hemos visto. Mi interior sigue en mi habitual disipación, que tiene justamente merecida. El buen deseo me parece

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