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-5~0 - La Divina Providencia nos ha deparado en todas partes, aun en las aldeas más infelices, quien nos ha– ya recogido y tratado con la mayor caridad y bene– volencia, tanto más crecida la abundancia cuanto lo era nuestra necesidad, hasta hallar comidas y cenas regaladas, abundantes y exquisitas donde no podía esperarse. Mas para que todo no fuese prosperidc1d y gus– táramos algo de las penalidades de la vida apostólica, se dignó concedernos que en la noche del doce al tre– ce del corriente, último que estuvimos en Portugal, después de habernos perdido en 1ma sierra muy áspera, y llegado ya oscuro a una aldea y a pedir– le al Sr. Abad nos hospedase en su casa por ca– ridad, no se atrevió, por miedo de que fuésemos gente foragid&, a darnos entrada en ella, ni aun que lo viésemos y hablásemos. Nos envió con un criado un bacalao, tres peros y un gran pedazo de pan de mijo, paja para dormir y también para la bestia; pero a nuestras instancias se movió un pobre hombre que estaba presente y nos recogió en su albergue, donde su larga familia nos recibió con sumo agrado y nos trató con caridad, en lo que permitía su infelicidad. ¡Dios se lo pague! Misión en Tuy. Aquí (en Tuy) nos hospedamos en el convento de N. P. S. Francisco, y por estar • ausente el Sr. Obispo por enfermedad, nos presen– tamos ayer a su Provisor, para pedirle licencia de confesar, si en algún pueblo de la diócesis r.os lo pedían, con intento de seguir inmediatamente a Orense; pero, habiéndome conocido en Toledo, nos ha detenido, para que demos aquí principio a las Mi– siones, lo que será mañana, Dios mediante, en el convento de N. P. Santo Domingo, por ser la Igle– sia más capaz de esta ciudad, y estar haciéndose obra en la Catedral, que quedó toda muy maltrata-

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