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-511- potencia y bondad en la operación de maravillas grandes por sólo la gloria mayor de Su Maje~– tad, con un desinterés, me parece, perfectísimo, y que de esto mismo me redundase la persecución, el desprecio etc. Así se pasa el tiempo en pensar como los niños y nada hago para caminar a Dios. » (1) Terminados los baños, hizo una excursión a Ubri– que, donde tuvo el panegírico de Nuestra Señora de los Remedios, y de allí salió para Jerez a predicar en la profesión de su sobrina en el convento del Es– píritu Santo. Desde Jerez pasó a Sevilla para diri– girse a las Mi siones de Galicia. Tiempo hacia que nuestro Beato tenía en proyec– to el viaje de Galicia. Ocupada por los franceses Navarra y Vizcaya, se temi ó que arroll aran la línea del Ebro, al mismo tiempo que una escuadra con 20.000 hombres de desembarco recorría las costas del Mediterráneo y amenazaba el Sur de España. El Beato Diego suspendió el viaje, por si desembar– caban, levantar a los pueblos con su palabra avasa– lladora y organ izar la resistencia, en combinación con el Comandante General del Campo de G ib ral– tar. Todo se le volvía preguntar al Padre Alcober: ¿Qué dice mi bendita hermana ? Paz de Basilea. El oráculo del cielo no se hizo esperar. Seniimos verdaderamente no tener la carta del Padre Alcober al Beato Diego. Tal vez Dios re– veló a la Madre Gertrudis o a otra de sus dirigidas sus designios sobre España , y el Padre Alcober co– municó al Beato la orden del cielo. Dios, atendiendo a las súplicas de los diez justos como en Sodoma, decretó suspender el castigo del azote exterior, (la guerra contra Francia) y el interior, la herejía, (1) Cartas de conciencia, 25 de julio de 1794.

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