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-508- saña, el empleo de su cólera y el pábulo de su bár– bara inhumanidad . Vuest ras haciendas, vuestras fa– milias, y vuestros haberes todos serán presa de su codicia; y lo serán no menos de su tiranía vuestras personas, vuestra libertad y vuestras vidas.» (1) El comunismo soviético ha venido, después de un siglo, a darle la razón al gran Apóstol. Como la derrota de la escuadra de Cervera sor– prendió al pueblo español en una corrida de toros, la del ejército español er. el Rosellón, cogió a Sevilla en plenas fiestas. Fr. Diego la increpa con estos pá– rrafos elocuentísimos: « ¡Ah Sevilla! ¿Tienes corazón para entretenerte en diversiones, cuando son tantas las calamidades que te oprimen? ¿Ignoras los desastres del ejército católico en la presente campaña? ¿los muchos de tus hijos, y algunos entre ellos de los más ilustres que desgraciamente han fenecido? ¿y que a costa de mu– cha sangre se va en esta perdiendo lo que se ganó en la pasada? ¿Y te diviertes? ¿Y te alegras con pú– blicas demostraciones de regocijo? ¡Ah! Luego que oye David la derrota del ejército del pueblo santo en los montes de Gelboé, y que en estos habían sido muertos los nobles de Israel y los varones fuertes y robustos, mandó que no se diese aviso de ello a la ciudad de Geth ni se publicase en las plazas de As– calón, para evitar que se alegrasen las hijas de los filisteos y que lo celebrasen con fiestas y con públicos regocijos: Nolite anuntiare in Geth, neque anun– fietis in compitis Ascalonis: ize /arte laetentur f'iliae philistiim, ne exultent filiae incircumci– sorum . Y vosostros en igual caso, no sólo no mani- (1) Sermón fúnebre, etc., del V. F r. Santiago Fer– nández, pág. 148. El Beato Diego sostiene que hay que combati r a la revolución con el ánimo, con la fuerza y con la virtud.

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