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- 497- Saboya, lo instruye sobre sus deberes en la primera parte, y en la segunda examina la justicia y licitud de la guerra, como debido castigo al conjunto de he– rejías, impiedades y crímenes de la revolución. «Ellos -dice-persiguen y aborrecen a la Santa Madre Iglesia, con su visible cabeza, el Sumo Pontífice Ro– mano, y abominan de sus leyes, de sus ritos, de sus ministros, los sacerdotes y de su misión, dignidad y jerarquía; ellos han prohibido el Sacrificio, el uso de los santos Sacramentos y todo lo que dice orden a la santa y necesaria virtud de la religión; ellos han arrojado violentamente de sus sillas a sus legítimos Obispos, a sus Párrocos y pastores, les han usurpa– do sus rentas y su jurisdicción, y aun a muchos les han quitado con impiedad la vida; han profanado los t emplos, los ornamentos y los vasos sagrados; han de– molido altares, quemando las santas reliquias, arras– trado, acuchillado y aun azofado con la mayor igno– minia las venerables imágenes de los santos, singu– larmente las de Maria Santísima nuestra Señora, llegando a tanto extremo su dementada barbaridad, que más de una vez han guillotinado la adorable efigie de la Soberana Emperatriz de todo lo creado. ¿Qué más? Pero ¿quién podrá o escucharlo sin ho– rror o escribirlo sin que todo el ánimo se connmeva? Ell os han tenido la más que bárbara t emeridad, la impía y sacrílega osadía de conculcar el divinísimo y augustísimo Sacramento del Altar, arrojando al inmundo suelo las Sagradas Formas, y pisándolas con más que diabólico furor, pues ni el mismo Luci– fer , aun siendo tanta su soberbia, que intentó poner su silla sobre los astros del cielo para ser a Dios se– mejante, jamás pudo atreverse a tanto desacato. (1) La libertad, que neciamente ostentan y sos- (1) Et Soldado Católico, etc. Segunda parte, pág. 6

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