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-494- Segunda Misión en el Puerto de Santa María.– La Misión del Puerto ha sido, al parecer, de un fru– to extraordinario. Me parece que el Espíritu Santo perceptiblemente se comunicaba al pueblo. Bien es verdad que el clero de allí es laboriosísimo y que tenían los ánimos bien dispuestos. De esta y de las demás Misiones que hago, tengo creido firmemente que para mí dijo el Señor: Alii laboraverunt, et vos in labores eorum introistis. La ciudad acordó quitar, y aun derribar, la casa de las comedias, el reñidero de gallos y una casa que había de juegos de loterías , en que se causaba infinito mal al pueblo, singularmente a los oficiales y artesanos que perdían en un rato lo que no podían ganar en muchos días. Yo siempre el mismo, insen– sible, duro de corazón y más empedernido que las piedras. Veo que aun no se ha mudado mi interior para ser el que debo y dejar de ser el que he sido. Verdad que, reflexionándola, me hace conocer soy un anticristo en mis costumbres y sospechar si aca– so seré del número de los precitos; mas con una in– sensibilidad que me asombra y me horroriza. ¡Ah, Pa– .dre mío! ¿Qué será de este monstruo de iniquidad, que por sus incomprensibles juicios permite Dios so– bre la tierra? (1) He oido que Valencia se ha levantado, clamando libertad como en Francia. Pregunto: Si es esto cier– to, ¿deberé presentarme allá a trabajar para reducir a un pueblo que tanto amo y que tan dócil se mani– festó a la predicación que allí les hice? Su respuesta de usted será el todo para mi resolución en pedir la correspondiente licencia a mis Prelados. » (2) (1) Todas estas expresiones se las dicta su asom– brosa humildad. (2) Cartas de conciencia, 26 de mayo de 1793.
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