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- 471 - No condenes a tu hermano. ¡Cuánto diera un condenado Por el tiempo que tú pierdes! Pecador, ¿por qué no lloras Antes que llegue la muerte? (1 ). El otro escrito que levantó una polvareda formi– dable fué la publicación de la Carta a la Duquesa de Medinaceli. Esta carta la escribió el Beato; a la Duquesa en 1781, confidencialmente, y sin pensar que pudiera darse a la prensa. En el fragor de la dis– puta sobre comedias y bailes, cayó en manos de un escritor, el cual, con otros escritos, imprimió el Dic– tamen del M. R. P. Fr. Diego de Cd.di:z etc. so– bre asunto de comedias l/ bailes, voluminoso opúsculo de controversia. El Beato Diego Se dis– gustó mucho con esto; un abogado de Cádiz quiso emprenderla contra el Dictomen,y el revuelo en pro y en contra fué grandísimo, dada la autoridad del Siervo de D ios. Este no negó que era suya la carta; pero no dejaba de conocer la impresión tremenda que haría en el seno de aquella sociedad frívola, elegan• te a la francesa y hondamente minada por el espíritu del siglo. Después de haberles arrasado los teatros, en– frenado las modas, atacado de firme la única diver– sión que ellos creían inocente: ¿qué iba a hacer la nobleza de aquel tiempo condenada a no bailar? Sin embargo, la carta que a ellos les parecía insoporta– ble y dura, al leerla hoy nosotros, la encontramos (1) Aljaba Mística qu e, a solicitud de la V. Herman– dad de Ntra . Sra. de la Esperanza y santo celo por la conversión de las almas que están en pecado mortal, en eEta Ciudad, c0mpu, o el M. R. P. Fr. Diego José de Cádiz, Misionero Apostólico del S. Orden de Capuchi– nos, dividida en dos partes.-lmpresa en Córdoba, por D. Juan Rodríguez de la Torre.-1791.

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