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- 470 - sar de ellas, predicó varios sermones, según escribe al P. Alcober: «Después que escribí a usted, se agravó algo el dolorcillo y la convulsión, pero cedió pronto con algunas cosillas caseras. Llegó la nove– na de Ntra. Señora de la Paz, y de las cuatro fun– ciones que hubo por la mañana, fué preciso predicar las tres. No sé si de esto, o de que hizo algún resenti– miento grave el estómago, desde entonces sigo me– jorado, pero no bueno; porque el flato ardiente no deja de repetir, y alguna vez ha sido con fuerza. De todo estoy actualmente mejor, mas no enteramente libre. (1) . ./ 11-J i .• ::::..,La Aljaba M1stica.-En los ratos que se lo per- -mitían sus enfermedades continuó escribiendo admi– rablemente . Concluyó por este tiempo una obrita pequeña, titulada Aljaba Mistica, en verso. Su asunto es la conversión del pecador, proponiéndole en breves sentencias la malicia del pecado, los noví– simos, la necesidad de la confesión, los mandamien– tos y gran número de sentencias morales. Es una especie de poemita didáctico, donde se encuentran a veces sentencias muy bonitas: Testamentos sin cumplir , Mandas sin efectuar, A muchos han condenado Y a muchos condenarán. La lengua del que murmura Es espada de dos filos, Porque hiere al que la oye, Y se da muerte a sí mismo. No juzgues de alguno mal, Si no quieres ser juzgado, Si condenarte no quieres, (1) Cartas de conciencia, 15 de febrero de 1791.

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