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-468- sionado de un tornillo; después acá no ha repetido; pero sí ando como aparentándome el estómago para descomponerse, de modo que, si hubiese continuado la predicación, creo se habría formalizado algo. El médico, que lo predijo antes, se ratifica en que no debo hace, lo, y ya ha visto este Prelado el esfuerzo que hemos hecho para servirlo y que no podemos todo lo que desea. No obstante esto y los eficaces encargos de mis Padres Provinciales pasado y pre– sente, estoy resuelto a predicar otro triduo en Luce– na a los eclesiásticos, porque es extraordinarísimo el empeño de este Señor y las repetidas insinuacio– nes, aunque ha visto y ve mi ruin situación; pero aun no hemos terminado este punto. Su Excia. me ha hablado a solas, y todo su asunto es hallar medio;, para desprenderse de negocios que le distraen de la atenc ión grande que le pide un fuerte llamamiento interior a la oración y continuo trato con Dios. Ha– go juicio de que si tuviese a su lado un hombre de oración, como lo apetece, se vería en poco tiempo volar en la perfección. Ya le tenemos ojeado un re– ligioso Observante de Sevilla, hombre muy docto y espiritual, y vamos empeñados en hacer los mayores esfuerzos para conseguir que se venga . Con esto quedamos ya en libertad para retirarnos a nuestro destino, y creo se verifique del 20 al 21, Dios me– diante. He procurado fomentarle mucho estos intentos, porque me parece es tan claro el impulso como la luz del día. Veo también que se halla achacoso, y es te– mible una muerte pronta y quizá no espaciosa; y aunque me dice el Padre Eusebio sería bien aconse– jarle pusiese un Gobernador y se desprendiese de todo, no me atrevo a proponérselo, mientras no sepa yo por usted la voluntad de Dios o lo acertado de este consejo, que podré significárselo por escrito.

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