BCCCAP000000000000000000000177

- 460 - Por octubre volvió otra vez a Casares. A ruegos de su Director, instó al Padre Provincial que le per– mitiera predicar algunos sermones sueltos; mas éste se mostró inexorable. A fines de diciembre le fué preciso volverse a Ronda. « He venido aquí, - escri– be-parte por mis malecillos propios, y parte por los ajenos. Los míos repitieron, aunque no muy fuertes, pero me obligaron a dejar los ayunos desde la sema– na pasada. Ya, a Dios gracias, me hallo mejorado, y desde que llegué aquí he logrado dormir, que an– tes padecía muchas vigilias. Los males ajenos que me detienen aquí, y me detendrán algunos días, son los del caballero, hermano mayor de esta señora, de avanzada edad y acometido frecuentemente de acci– dentes mortales; pero lo que sobre todo nos llama la atención es su ninguna disposición para morir, pues ni tiene hecho testamento, ni confesión general. Es sujeto a quien no se conoce vicio; pero uno de aque– llos genios raros que miran la etermdad con sobrada Manuel Benjumea y de don Joaquín, cuyo retrato se conserva en la sacristía de la capilla. Se han hecho de ella innumerables ediciones, y el original lo conserva don Antonio Callantes de Ten'in. Se lee todos los años en la solemnísima novena que se hace para terminarla en la fiesta de la Epifanía, y la Hermandad lo hace constar en la convocatoria, como glori a legítima de ha– ber G:ontado en su seno a un santo. En el libro de admisiones, :;e encuentra la siguiente· partida: «El M. R. P. Fr. Diego José de Cádiz, Rel igioso, Capuchino, fué recibido por nuestro hermano, de que hizo el juramento correspondiente, y la dicha nuestra Hermandad lo recibió por los favores que del dicho ha recibido, el 13 de abril de 1786. JüAQCÍN B ENJUMEA .» Como por este tiempo el Beato se hallaba en las Misiones de Zaragoza, debió ser recibido por poderes.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz