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-455 - za, y por ella mi ruindad. Yo me hallo con esta fuer– te inclinación de escribir a usted, con interior espe– ranza, o qué se yo, de que usted no despreci ará mi humilde súplica. » ( 1) Este era el Beato Diego corno Padre y como ami – go. Sin duda , Dios le oyó, y la enferma fué mejo– rando. Pero aun no respuesto de esta, le escribieron de Madrid pidiéndole informes para hacer al P . Alco– ber Obispo. El Beato Diego los tuvo que dar como en conciencia los merecía su Director; mas éste es– taba firme en no admi tir y el Beato se temió una reprimenda: «Con sigularísimo gusto mío, remito la respuesta de Madrid, que acaba de llegar, por lo que verá lo que le confieso que no esperaba. ¡Bendito Dios por todo! La esquelita fué algo eficaz , pero sin determi– nar cosa alguna. Si .viniere algo más de lo que usted pedía, no me riña mut.:ho por amor de Dios, pues ya sabe soy tan ruín que me meto luego en un puño. Esta Excma. Sra. es digna de que encomendemos a Dios sus graves asuntos y cuidados. Ya le res– pondo con esa fecha, dándole las gracias y encargán– dole las dé a Su Alteza .)) A esta carta y a la anterio r , viendo el candor del Beato, le recordó la copla qne le enseñó en su entre– vista en Córdoba; y el Siervo de Dios contesta con este párrafo: «Por mis cartas anteriores habrá usted visto la propiedad con que puede llamarme hijo t on– tito por mis repetidas simplezas, tonterías o niñerías; mas como hablo con usted, no tengo cuidado, porque esto le dará más idea del tontito que Dios ha puesto a su cargo . Su Majestad le dé paciencia con el ton– tito , pues me acuerdo de la coplita que me enseñó mi Padre cuando salimos de Córdoba : (1) Cartas de conciencia, Gde noviembre de 1788.

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