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-440- Casares, que es en este Obispado, y allí viviese to– talmente retirado, sin trato alguno, aplicado única– mente a la regular observancia de nuestras leyes, a la oración y al estudio, privándome de toda predica– ción y tareas del ministerio, hasta cobrar fuerzas en el espíritu y en el cuerpo. Esta determinación me ha llenado el interior y causado bastante consuelo, de modo que nada he t enido que vencerme para aceptarla, pues veo mi extremada necesidad, y creo que para mi remedio lo dispone Dios así. Quedamos en que esto se efectuase, luego que pasase la tem– porada del verano, los baños y demás cosas que me dispongan los médicos. De esto nada he manifestado a los religiosos, reservando el hacerlo a su tiempo. A las hijas de Málaga les he avisado para que no me esperen y que busquen algunos que les ayuden en esta temporada, que será por lo menos hasta sep– tiembre u octubre del 89, porque la conventualidad me queda siempre en Málaga. Dios me conceda el saberme aprovechar de este nuevo y singular bene– ficio, para lo que necesito me ayude usted con sus oraciones y preceptos ». (1) Como hemos dicho, la respuesta del Padre Alco– ber coincidió con la del P. Prov?ncial: «Día octavo– escrib e el Beato-de la Santísima Trinidad, recibí la muy apreciable de usted de diez y ocho de. este, y aunque acababa de decir Misa, luego que ví la nota que traía de no leerla hasta hacer lo que allí me or– denaba, suspendí el hacerlo hasta la tarde en que procuré tener la media hora de oraci ón extraordina– ria, y para mayor seguridad lo diferí hasta el día si– guiente, después de haber celebrado, pidiendo con especial instancia la luz que necesito para obrar con acierto, según fuese del divino beneplácito. Puedo (1 ) Cartas de conciencia, 20 de mayo de 1788.
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