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-435- a profesi ón de una rel igi osa, volviendo a Ronda y después a Sevilla, desde donde reg resó de nuevo a Ronda a predicar la novena de Nuestra Señora de lla Paz . A su vuelta a Sevi ll a, durante su breve estancia ciones, que siguieron nueve días desde la mañana hasta la noche, nuestro Seilor Sacramen tado patente, ser– món por ma11ana y tarde, con asistencia de nuestro Ilus– trísimo Prelado. Su buen hijo de usted, mi Padre (el Beato Diego) predicó la novena por las tardes y tres por la mafiana, (para cuanto es trabajoso siempre l leva mayo r ración) y tercero y último fué el día décimo en el que se hizo la traslación de las reliquié!S o huesos de nuestras hermanas difuntas, con solemne funeral , que predi có mi Padre. Abuelo mío, con haber sido todos los predicadores los más autorizados y más especiales, por dicho de todos han quedado muy bajos y como sin luci– mien to respecto dei Misionero. ¡Qué profundidad de conceptos! ¡Qué producción! ¡Con qué espíritu! A la verdad, aquello es de lo nunca oído. ¡Es un entendi– miento querúbico y espíritu seráfico! Pero si hemos de hablar cla ro, es el Divino Espíritu que hace mansión en su dichosa alma y por su bendita lenguu nos dice lo que es su voluntad san tísima. Pero, volviendo a mi Padre (el Beato Diego) si usted lo viera, no lo conocía. Abuelo ¡aquello es un mozo vie– jo! ¡Qué cano! ¡Qué acabado! ¡Qué no tener más que el armazón de los huesos! El día 21 estuvo en el confeso– nario a despedirse; pero tan sin aliento, que apenas po– día tenerse en pie, ni echar el aliento o voz. Aquel se– ñor está extenuado mucho, mucho de fu erzas. La robus– tez de su apostólico espíritu lo tiene en pie; pero, en vista de un tan desmedido e incesante trabajo, (bastan– te para derribar un gigante) maravill a es que esté vivo. Usted que en parte puede aligerarle la carga ¿por qué no lo hace? Abuel o mío, si así sigue su merced, será mi– lagro no demos con el san to en tíerra . ¡Yo me lo temo! Dios nuestro Señor nos mire con misericordia, que yo de veras no me hallo con fuerzas para semejante golpe. )) (Car ta de la M. E spíritu Santo al P. Alcober. - 24 de octubre de 1787.)

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