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- 19-- Fr. Antonio de Casares. Fr. Buenaventura de C{1diz. F r . Atanasia de Málaga . Fr. Modesto de Cabra. Este último se les agregó en la Definición si – guiente: (1) No contribuyó poco a volve rle al buen camino su nuevo Lector de F ilosofü1 y paisano suyo, el N\. R.P . Francisco José de Cádiz, religioso de vasta erudi– ción y ele grandes virtudes . Notaba éste que a Fray Diego le causaba r epugnancia la aridez de la Filoso– fía, y se limitaba a cumplir en clase y arguir cuan– do le tocaba, empeñado en su desmedida afición poética , y le era tanto mús sensibl e, cuanto que la rudeza primitiva había desaparecido , ·y advertía en su discípulo muestras de capacidad y ele talento. Re– prendióle muchas veces su conducta, y ya notaba al – guna variación, cuando encontró en Ecija un colabo– rador providencial en un santo hermanito lego, lla– mado Fr. Matías de Baza. Este hermano, que con nadie trataba, se aficionó mucho a Fr. Diego. Era el instrumento de que Dios se valía para con dulce vio- · lencia atraerle. Hombre de contempl ación y de gran santidad , cobró irresistible ascendiente sobre él , y juntos se les veía hacer las obras de piedad y, sobre todo, juntos en l as horas extraordinarias de oración. Oigamos a F r . Diego describirnos su vida de es– tudiante: - «En tres aiios , o cerca, que pasaron desde mi profesión hasta entrar en estudios, apenas tuve de religioso otra cosa que el hábito: no porque lle– vase vida escandal osa, sí por el olvido de las leyes de mi estado, desidia en observarlas y puerilidades que me separaban enteramente de mi fin. C1:1i en mu– chas culpas graves, en que continué unos cinco o seis (1) Libro de Decretos de Provincia. (Año de 17Gl).

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