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-314- El Sr. Duque de Crillón, que es el capitán ge– neral, (1) viene con la señora a oir los sermones en público, y el domingo de Carnestolendas dijo que no quería ni tendría más bailes. Parece que Dios ha he– cho se nos aficione y que la amabilidad y manse– dumbre del trato y de la predicación le han llenado mucho. Dios sea bendito y acabe de perfeccionar esta obra. (2) «Acabo de saber-escribe por último -los sin– gulares efectos que produce ya la santa Misión en estas buenas gentes. Los señores Duques de Crillón asisten en público, aunque el señor no todos los días; pero han asegurado públicamente que no quieren ya bailes ni asistir a ellos. Están gustosísimos, y se ve en ellos es la misericordiosísima mano de Dios la que va obrando . Todo el señorío manifiesta su hambre por la predicación, porque para lograr sitio en la Catedral han mudado su estilo y comen de prisa a las once o las doce del día. Los peluqueros se la– mentan que están ociosos, porque ya nadie los ocu– pa. (3) En todos se ve docilidad, devoción y deseos de aprovecharse. Dios sea bendito y glorificado por tantas misericordias. ¡Ojalá empiece yo a agrade– cerle estos beneficios! Empéñese usted, Padre mío, en que me perdone y me conceda para gloria suya el poder remediar el sin número de necesidades que me proponen, clamando humildes y confiados que les dé la salud y el consuelo. Nada he sabido del ni– ño baldado que dije a usted en mi anterior. Parece no haber sucedido su curación. (4) (1) O'Relly. (2) C¡-¡rtas de conciencia, 20 de febrero de 1787. (3) La moda de entonces obligaba a los caballeros a llevar grandes cabelleras ri zadas cuidadosamente. (N. del A.) (4) Cartas de c0nciencia, 20 de febrero de 1787.

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