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-4!2- cia, dejó asombrados a los más ms1gnes teólogos, que no ocultaban sus expresiones de entusi asmo . Coincidieron estos sermones con e l Carnaval: que no se celebró aquel año, pues más que Carnaval pa– recía un Viernes Santo. Cesnron las comedias, los bailes y toda clase de diversiones . ¿Quién resistía la fuerza sobrenatural de aquella elocuencia avasa– lladora? A los ocho días de Misión, siguió otra en el Con– vento de Santo Domingo, y, acabada ésta, dió otra en la Iglesia de Santo Tomás de Villanueva, tenién– dose que trasladar al fina l de ella a la Plaza de Nues– tra Se11orn de los Desamparados. El sermón era a lns tres de tarde, y a las nueve de la mañana ya es– taba la plaza llena de gente, no quedando balcón, boca-calle, ni tejados que no estuviesen llenos. El Sr. Arzobispo, el Capitán General duque de Crillón, los Canónigos, los Maestros y Doctores, las Autori– dades civiles , la Audiencia, los Grandes y la Noble– za no le perdían un sermón, teniendo que comer a deshora y sufriendo toda clase de incomodidades por oirlo. Hubo día en que predicó tres sermones, y du– rante su estancia en Valencia, que duró veinte 24 días, 56 . Es nombrado Maestrante y Canónigo honora– rio.--Finalizada laMisión, empezaron los honores . La Maestranza le hizo miembr'J suyo; la Universidad Ba– chi ller , Maestro en Artes, Doctor en Cánones, Ba– chiller y Doctor en S. Teología; el Cabildo Catedral lo nombró Canónigo honorario; la ciudad, Catedrá– tico honorario de Sagrada Escritura, Examinador, Capellán y Predicador de ella; el Excmo. Prelado Examinador Sinodal, Teólogo Consultor y Teólo– go de la Mitra, celebrándose cada uno dt:! estos ac– tos solemnemente y con la correspondiente alocución

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