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-409- siguiente por la tarde, y, al ir a comer para marchar,. llegó segunda carta de mi P. Provincial, en que, con tra lo que en la primera me había encargado, de que procurase no faltar a estar aquí estas Carnesto– lendas , me decía permaneciese allí el tiempo que aquellos sefiores quisiesen, sin hacer falta a las de– más Misiones apalabradas. Esta nueva orden me puso en mucha apretura interior, y, no obstante ella, resolví el venirme . En esto me sirve de una aflic– ción grandísim I el pensar si por esto falté algo a la obediencia, o di algún escándalo a los Padres de aquella Co:nunidad, aunque les hi ce presente la or– den anterior que dejo referid a y el por qué escribía el Padre en aquellos términos, que era por la urba– .nidad de contestar a sus instancias; pero principal– mente me aflije el pensar, si al no haberme .quedado a empezar de nuevo la Misión, resistí a la voluntad de Dios, y le usurpé la mucha gloria que sin duda le resultaría de las innumerables culpas, que en este Carnaval se habrían evitado, mediante la buena sin– gularísima disposición que todos manifestaban. Todo esto me ha tenido y tiene en una prensa, de suerte que me parece parece perdido todo lo demás, si en la verdad he sido defectuoso en esto solo. Varias razones, fuera de las apuntadas, me inclinaron a lo que me hice; pero sobrepuja, no obstan te, mi temor y mi congoja. La expongo a usted sencillamente para que me diga, si he errado, qué debo hacer para des– agraviar a su Divina Majestad; y si no, aquietarme, aunque esto lo miro muy difícil. Mi interior ha esta– do muy disipado, y como si D ios me hubiese arroja– do de sí, hasta esta tarde , que en la plática he cono– cido su divina asistencia, que temía me faltase. » (l) Aunque su paso por Barcelona fué tan rápido, la (1) Cartas de conciencia, 16 de febrero de 1787.

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