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-401 - a un varón, que nos recuerda la memoria de los más ilustres de nuestra Congregación y aun de toda la Orden. La he debido mil confianzas, ha buscado mi consulta y consejo en los graves negocios ocurridos aquí, y siempre lo he hallado grande en todos, pero mucho mayor en la humildad de corazón. No es ex– trafio que el Sefior le haya dado tanta abundancia en sus dones, en especial el de ciencia e inteligencia o interpretación de sus Escrituras. En este punto y en los afectos de devoción para con Jesuscristo y su Madre, no sé que tenga hoy semejante. Le acampa– fié a visitar algunos templos de esta ciudad, y en ellos se me presentaba un hombre que imponía en todos respeto, y que, sin hablar, repetía en su mo– destia edificante el Domum tuam decet sancti– tudo. Pero cuando adoraba el simulá¿féí'ae nuestra amabilísima Madre y Patrona del Pilar en su apostó– lica Capilla, era preciso recordarse de la agradable especie de Santiago sobre el Ebro; pues que su ros– tro se encendía, sus ojos como que centelleaban, y por ellos y por sus labios se liquidaba en lágrimas y afectos tiernísimos su corazón. Nuestro hefnano se ha llevado los nuestros, y nos ha dejado, en cambio, una doctrina, una edificación, que en muchos afias no olvidarán los aragoneses. Si mi edad fuese otra, no me separaría del Padre mientras viviese. El cielo nos lo conserve para nuestro honor y bien de su Igle– sia. Si usted lo ve o le escribe, déle mis expresiones, y que no me olvide en su oración, ni usted para ocu– parme en cuanto vea que mi ancianidad puede serle útil. » (1) Tal fué la Misión de Zaragoza. Convertida, transformada, limpia de errorres y (1) Cardenal Vives, 140.-Este P. Brm10 de Zara-

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