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-399- me la da, y me parece que si me diesen algún castigo lo recibiría del mismo modo. ¡Gracias a Dios que me da tanta serenidad! P. O. Omito decir a V. C., porque no me co– rresponde hablar de ello, que el Sr. Arzobispo ha nombrado, estando yo allí, a dos Sres. C<tnónigos, y a su Sr. Vicario, para que hagan jurídica información de algunas misericordias de Dios, muy notables, que tenían conmovido al pueblo. Coteje V. C. esto con lo que le han dicho. )) (1) Cargado de laureles, se dispuso a salir de Zara– goza. «Jamás-decía-he sentido salir de pueblo alguno como de este; pero no es extraño, porque dej o aquí mi tesoro y qu isiera dejar mi corazón. )) Al salir de Zaragoza, entre otras pesonalidades, salió a despedirle el Regente de Audiencia. Al des– pedirse del Beato le dijo: -Padre Fr. Diego, yo confío mucho en sus ora– raciones, y espero que me ha de llevar al cielo; pero ha de ser en coche , porque estoy muy achacoso. El Beato contestó con jovialidad: - Señor, yo no le prometo a V. S. llevarle en coche; si quisiere ir en un jumento, procuraré llevar– lo acuestas en nombre de Dios. (2) Acompañábale también el M. R. P. Bruno de Za– ragoza, Provincial de los Capuchinos de Aragón, el cual, escribiendo a un religioso de Andalucía , afirma lo siguiente: (J) Correspondencia entre el Beato y el P. Euse· bio. Carta de Alcañiz, 1787. (2) Contestación del M. R. P. Bruno de Zaragoza a la carta de un Caballero.-Madrid, 1801.-(Obras póstumas del Beato Diego J. de Cádiz.)

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