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-398- no he hablado en el púlpito ni una sola palabra contra la Sociedad o sus proyectos, ni contra el que defen– dió las conclusiones. Ya habrá visto V. C. la dela– ción por escrito; pues lo mismo y mucho menos que pongo en sus censuras dije -en el púlpito. V. C. es testigo de mi método de predicar y sabe qué distante es de lo que ahora se dice. Añado que de cuantas Misiones tengo hechas, · ninguna ha sido tan suave, tan eficaz ni tan llena de divina unción; ni tampoco he visto otra, cuyo fruto sea tan copioso, tan universal y tan interno. La con– moción de las gentes ha excedido sin ponderación a cuántas V. C .h á visto desde que me acompañaba, de modo que, desde el más ínfimo hasta el más alto, han hecho expresiones que sól0 viéndolas pueden creerse. El Ilmo . Cabildo, no sólo me dió multitud de reli– quias de Nuestra Señora del Pilar, y entre ellas un manto de tela de oro, sino que me concedió por dos veces el besar la mano de Nuestra Señora, que sólo se concede a los Sres. Arzobispos, cuando salen o vuelven de visita, a las Personas Reales, y a los grandes personajes, aunque no a todos; y además me concedieron el verla sin el adorno o manto que la cubre y otras gracias particulares. El clero secular y regular se puso todo en mis manos para que hiciese y dispusiese en esto; y por mi consejo se han establecido unas conferencias ecle– siásticas o academia muy lucida, mejor que la que vimos en Madrid en los PP. del Salvador. En fin, la verdad de lo sucedido dista tanto de lo que a V. C. han dicho, como la luz de las tinieblas. Viva V. C. seguro de que, si por lo sucedido han de sentenciar– nos, nada tenemos que temer. Yo no he visto miseri– cordias de Dios más de bulto. Yo estoy con suma paz interior, sin la más leve turbación, porque Dios
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