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-386- algo resfriado y con el dolor de estómago lento que suele repetir algunos ratos. El P. Miguel tuvo c~– lentura el día diez, y, luego que llegamos, se puso en cama para curarse de la erisipela que le ha caído en una pierna, que también tiene algo lastimada sin conocer de qué. Da a usted sus expresiones. Yo me alegro llegase usted bueno a esa ciudad y que en ella siga con la mejor salud. Aquella tarde fuí a visitar a Nuestra Señora en nombre de usted y a ofrecerle la Misión. Después pasé a ver al Sr. Arzobispo, quien no ha querido se empiece esta tarea hasta pasado mañana, que será en la Iglesia del Pilar por diez tardes continuas, y luego en otras partes, de modo que, según parece, me detendrán aquí mucho más de lo que habían pen– sado. El pueblo ha empezado ya a conmoverse, porque S. Majestad se ha servido enviar una lluvia copiosí– sima desde ayer, de que había gran falta y hacían ya rogativas por ella. Yo pedí a Su Majestad se digna– se usar de su misericordia y significar con ella lo que para la Misión le suplicamos. En ella, Padre mío, se van presentando algunas desazoncillas que, aunque leves, labran bastante, porque no se acomo– dan acá con algunas cosas que se juzgan útiles e im– portantes. Callo y dejo obrar a Dios, esperando el tiempo oportuno a que sea de su agrado. » (1) Misión en Zaragoza.-La Misión empezó en el grandioso templo del Pilar , con un sermón sobre el descenso de la Santísima Virgen y lo obligados que le estaban los zaragozanos por tan singular favor. Habían acudido todos pueblos de la ribera y gran– des contigentes de Pamplona, por lo que bien pronto (1) Cartas de conciencia, 14 de noviembre de 1786.
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