BCCCAP000000000000000000000177

-377- trando a grandes voces a su mujer y la muleta. Lla– mábase esta mujer D.ª Teresa de Rivero y Mer– cudo. (1) Desde Vélez volvióse a Málaga, y a últimos de junio llegó a Ronda a tomar los baños. «Cuando ve– nía de camino para acá, me ocurrió pedir al Señor su asistencia, y me s entí interiormente como asegu– rado de la presencia de Jesucristo Nuestro Señor en mi corazón para remediarme, si yo no me descmda– ba; y soy tal que apenas percibo los frutos de aque– lla misericordia. Padre, soy el más perdido e ingra– to de cuantos viven en la tierra.» (2) A principios de octubre, después de haber tenido una segunda entrevista rnn su Director el P. Alco– ber en Córdoba, emprendió el viaje a Zaragoza. (3) Viaje a Zaragoza . -Atravesó la Mancha, lle– vando por compañero al P. Miguel de Otura, cele– bérrimo predicador; y en este teatro de las aventu– ras de D. Quijote, no le faltó a él la suya, bastante pesada. Caminaban el Beato Diego, el Padre Mi – guel de Otura y un donadito que solía acompañarles. Los tres iban a pie, y en un rnulito llevaban los li– bros, la ropa, los documentos y las alforjas; y, al caer de la tarde, llegaron molidos más que cansados a Socuéllanos, pueblecito de la Mancha . Buscaron (1) Sermón fúnebre por el P. Grazalema, pág. 63 . (2) · Cartas de conciencia, 16 de julio de 1786. (3J Respecto de esta entrevista, dice el Beato Die– go, en la postdata de una carta a Sor María Gertrudis del Corazón de Jesús: «Hermana, mucho me ha servido la viHa de nuestro Padre, aunque de paso. ¡Dios se lo pague! Creo le dará a usted unas memorias para que no me olvide.» (Carta del Beato Diego a Sor María Gertrudis, 10 de octubre de 1786.)

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz