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-376- •de mayo. «Pongo esta a usted-escribe ya desde Vélez - para avisarle que desde el 30 del pasado me hallo en esta santa Misión, acompañando a su Ilus– trisíma en la Visita, que como aquella se concluirá _pasado mañana once, para el doce pasar a Málaga, donde el trece tengo que predicar de S. Antonio por especial encargo de mi Superior. Las muchas repen– tinas aguas, que nuevamente inundaron a Málaga, impidieron la hubiese empezado dos días antes . Ella es muy fuerte, pero con singular facilidad en produ– cirme, distinta que en las antecedentes, de que a us– ted he avisado. Su fruto no parece muy considera– ble, aunque, mediante Dios, lo esperamos mayor. Su Majestad haga que así sea. » · «Aquí, Padre mío, son sin número los enfermos -que me traen de toda la comarca, y aun de muchas leguas, ciegos, tu llidos y de todas especies; pero yo siempre yo. Nada he adelantado, y siento mucho ver los que se vuelvan como vinieron, pero me resigno -en el querer de Dios, atendiendo a quien soy. )) (1) El que así habla por humildad, hizo un ruidoso milagro en esta Misión de Vélez, que conmovió a toda la ciudad. Se le presentó una mujer en la puer– ta del Convento, sostenida en una muleta y en el hombro de un hijo suyo. Díjole un Evangelio el Sier– vo de Dios, y le mandó con imperio, en nombre de la Santísima Trinidad, que se levantara y dejase la muleta. En el instante obedeció la enferma, y, en– tregando la muleta a su hijo, se dirigió con el mayor desembarazo hacia la plaza pública a ver al Misione– ro. Toda la ciudad, que se hallaba también en la pla– za, supo el prodigio en el momento, pues el marido de la recién curada no pudo menos que hacerlo pre– sente a la multitud , subiéndose en un banco y mos- (1) C;1rtas de conciencia, 9 de junio de 1786.

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