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-372 - ted en mi anterior. Sus efectos no caben en una carta; baste decir que fué necesario llevar el 2anto Oleo para dos o tres hombres que se accidenta– ron de la impresión que esto les hizo , mas ningu– no murió. Dijeron habían malparido dos embaraza– das; pero se averiguó por el médico la causa, y se halló haber sido otra distinta. Desde entonces se advierte una reforma general, y tal conmoción que no bastan los confesores de Ecija para despachar a los que piden confesión. Bendito el Señor por todo. Echamos la voz (verdadera) de que yo pensaba irme del pueblo, y para detenerme, vino la Comunidad de 1: s PP. Carmelitas Calzados con la imagen de Nues– tra Señora a detenerme, y la ciudad en Diputación con sus dos jueces, Corregidor y Alcalde Mayor. Es mucho lo que a Dios gracias se ha conseguido. Aquí también el Ayuntamiento me ha hecho Regidor de preeminencia, dándome léi posesión en una pro– cesión general.» (1 ). El relato del P. Maestro Roza, pinta con vivos colores esta Misión. Dice así: M. R. P. Provincial: Mi más venerado Padre y Superior: Llegué feliz– mente a mi destino, y repito a V. P. M. R. las co– rrespondientes gracias por las honras que le debo. En nuestro camino nos dieron la noticia de ha– llarse consternada Ecija y en la mayor tribulación, por haber el P. Cádiz casi anatematizado al pueblo, viendo el poco fruto que le producía su trabajo. Lu– nes en la tarde, predicaba en la plaza a concurso numeroso, cuando, por efecto de una moción particu– lar, exclamó y dijo: Que Dios le mandaba se retira– se y abandonase a unas gentes tan indóciles y re- (1) Cartas de conciencia, 14 de mayo de 1786.

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