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-371- ñana que me habían de recibir por veinticuatro, es– tando en la oración con mis habituales distraccio– nes, se me propuso a la imaginación un sitio solita– rio y como de peña viva, inculto y escabroso, por el cual pasaba un río de aguas muy turbias y de co– rriente muy rápida; y su ruido y el ir encajonado algo profundo por las montañas que le rodeaban, le hacían pavoroso, porque se daba a entender que, cayendo allí, no había medio de librarse e de no pe– recer. Yo estaba cerca o como con ademán de ir a él para verlo y nada más. Dióme algún miedo, y más, cuando me persuadí que significaba los honores y aplausos del mundo, que tanto me amenazan y ro– dean. Ya ve usted mi necesi dad; pida usted mi re– medio ». (1). Tercera Misión en Ecija.-A la Misión de Cór– doba siguió la de Ecija. Empezó la Misión con gran– des concursos, pero sin la moci ón que él esperaba. «Pongo a usted estos cuatro renglones-escribe a su Director,-para avisarle que voy siguiendo esta santa Misi ón, en la que contamos ya trece días, y, aunque es mucha la devoción del pueblo para oi r, no se reconoce movimiento particular. A mi me parece que lo tengo para hacer la fuga que usted sabe en unas de estas tardes, no obstante de algunos estor– billas materiales que representan. Dios me dé su luz para lo más acertado.» (2) «Esta Mision se concluye hoy-añade en otra-y en ella se ha dignado Su Majestad de concedernos un fruto colmadisimo, el que se ha hecho más visible desde el día 8, en que fué la retirada que .avisé a us- (1) Cartas de conciencia 13 de abril de 1786. El P. Alcober pone en esta Misión el milagro de suspender la lluvia, que insertamos en la primera. (2) Cartas de conciencia, 7 de mayo de 1786.

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