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-370 - asistencia, como en la pasada; y vivo confiado en que Dios ha de ser nuevamente glorificado por me– dio de este Venerable Siervo suyo.» (1) «La Misión de esta ciudad ha sido de un fruto muy extraordinario. Me parece que el V. P. Posadas ha estado en ella, como en la primera que hice aquí; a este fin fué mi primera diligencia visitar su sepul– cro. El Sr. S. Rafael, Patrón de la ciudad, me pare– ce ha hecho también mucho. Todo se ha conmovido, sin exceptuar cosa alguna: el Clero, las Comunida– des, los Cuerpos Civiles, el pueblo etc. y, en fin, Dios ha derramado sus misericordias sobre nosotros, como Padre verdadero. ¡Bendito sea para siempre! Estas gentes todas se han esmerado en manifestar el aprecio que hacen de la palabra deDi0S, y para evi– denciarlo han hecho expresiones muy extraordina– rias, como son la de haberme incorporado en su gre– mio y dado silla en su coro el Ilmo. Cabildo de la S . l. Catedral , cuya posesión se medió el viernes de Dolores, en la función del día en que prediqué con la asistencia del Sr. Obispo. Al día siguiente, la ciudad me incorporó en su Ayuntamiento, con todas las formalidades acostumbradas, dándome el primer asiento después del Alférez Mayor, que lo es et Excmo. Sr. Marqués de la Puebla, Grande de Espa– fia, e·n cuyas manos hice el acostumbrado juramento y pleito homenaje, quedando como uno de los veinti– cuatro con voto en Cabildo. No me detengo en esto, porque el tiempo es corto, y es cosa que importa poco. Me parece que Su Majestad me ha preservado de vana complacencia y de apropiarme estas cosas, y que en estos casos bastantemente ruidosos y de las tropelías de tas gentes, me hallaba inclinado a ti– rar mi corazón al suelo para que lo pisasen . La ma- (1) Cartas de conciencia, 20 de marzo de 1786.
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