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-365- cia esto, y el hallarme yo en mi común caimiento de espíritu, tibieza y disipaci ón ordinaria, me hace te– mer no consigamos el fin y mucho más, que por ser yo el que soy, se frustre o malogre todo . Venero y me conformo con los juicios de Dios , que no debo investigar; pero usted sabe muy bien, Padre mío, que, cuando la caridad mueve, no acierta el alma viadora a conformarse con la ruina del próji mo, o no sé cómo me lo explique . Yo quiero la salvación de todos, de modo que para ganar a uno no se pier– da otro . Lo de la Biblia lo he propuesto ayer a su Ilma. para que me responda antes del domingo, por– qlle en esa tarde pensaba hacerl o; me parece que estoy con entera indiferencia , y sólo advierto la co– bardía o temorcillo de mi ruindad para hacerlo con el ardor que esto exige, si su Ilma. lo aprueba. Dios haga lo que más sea de su agrado. » (1) «La Misión-escribe ya desde Ronda-parece que produjo mucho fruto, a Dios gracias, aunque ignoro si todo lo que Su Majestad quería de nosotros y si esto provino de falta mía. Lo de la Bibli a no lo hice, porque su Ilma . no se resolvió a ello; pero hice la fu– ga que en otras ocasiones, y causó buenos efectos. Dios quiera hayan llegado nuestros ruegos y los del pueblo a aplacar los enojos de nuestro Sal vador para que no experimentemos el rigor tan merecido. Em– péñese usted en esto, Padre mío, y en que su Ma– jestad me mude este corazón para que sea todo suyo. » (2) Mientras estaba en Málaga ocurrió lo siguiente: Cayó enfermo un religioso de la Comunidad, toda– vía muy joven . Al ir a revestirse una mañana para decir Misa nuestro Beato, se acercó el Padre sacris- ll) Cártas de conciencia, 16 de diciembre de 1785. (2) Cartas de conciencia, 30 de dici embre de 1785. 26

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