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-359- Yo voy siguiendo con mi habitual miseria y disi– pación, y sólo conozco no me ha abandonado Dios, cuando llegan estos casos del honor, libertad y pri– vilegios de la Santa Madre Iglesia, pues me parece que en algún modo: Zelus domus tuae comedit me,· ni me es fácil expresar lo que esto causa en mi inte– rior. Dios dé a usted luz para que separe en mí el grano de paja, pues sólo deseo mis aciertos y lama– yor gloria de Dios » (1). Tal era el celo del Siervo de Dios. La delación contra el mamotreto regalista hubiera sido inútil, porque la corte estaba vendida al regalismo y la im– piedad. Aparición del Niño Jesús en la enfermería.- f'l &' r En Sevilla le esperaba un favor regaladísimo al Beato Diego. Desde Málaga había salido para Cá- diz, y desde esta ciudad para Sevilla, a predicar en las fiestas de beatificación de S. Lorenzo de Brin- dis. A pesar de su miedo a embarcarse, debió llegar por el río hasta Mairena y de allí sigui ó a pié hasta el Convento, sofocado por el calor , tostado por el sol y el aire del mar, ya cerca de las once de la ma- fíana y en ayunas, pues por nada del mundo quería dejar de decir Misa. Celebrábase entonces en la Iglesia la solemne func ión, a la que asistía el Cabil- do Catedral, y el Beato subió a decir Misa, con el mayor recogimiento, a la apartada y solitaria capilla de la enfermería. Después de la elevación se le apa- reció el Nifío Jesús en la Sagrada Hostia , abrazándo- lo tiernamente y dejando a su alma inundada en un go- zo celestial. Esta aparición la tuvo siempre callada (1) Cartas de concie ncia, 2J de agosto de 1785. Sobre el libro de Covarrubias , véanse los Hetero– doxos Españoles. Tomo Ifi.

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