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- 356- con usted. No lo apetezco, pero suele fatigarse el ánimo. Dios haga en todo su santísima voluntad.»(1) En esta carta está pintado el genio duro del Pa– dre Alcober. El Beato no debió sufrir poco, cuando él, tan humilde y sufrido, tuvo que exhalar tan amar– gas quejas. Repetimos que apenas se conocían, y la distancia contribuía a que no se entendieran; mas al fin pasó este disgusto, y continuaron como antes. En vista de esto, el Padre Alcober debió proponer– le una entrevista en Granada; pero el Beato le res– pondió que le era imposible ir y se dejó para más adelante. Durante este tiempo predicó el Siervo de Dios varios sermones. «Ayer-dice- hizo esta Comunidad una función por la venida de nuestro il ustrísimo. Yo tuve el sermón; su tema fué: Habentes ergo Ponti– ficem magnum, teneamus confessionem (Hebr . 4 -14,) y la idea: Una confesión de nuestra fe so– bre lo que ella nos manda creer de la dignidad de los Prelados eclesiástisos y sobre la subor– dinación con que debemos obedecerles. Fué todo dogmático, y asistió S . D. Majestad para ello. El auditorio fué lo más escogido de Málaga, y parece admitía bien la doctrina: me mandan extenderlo para la prensa. Mañana empiezo la novena de S. Félix, en la que sólo tengo cinco pláticas (2). «No ocurre por el pre:;ente otra cosa especial con qué molestar a usted que la de avisarle voy si– guiendo las pláticas que me tocan en la novena de S. Félix, en los términos de brevedad que usted me tiene preven idos. El modo es afable, devoto y fácil; me parece hace Dios el todo , pues yo soy cada día (1) Cartas de conciencia, 13 de mayo de 1785. (2) Cartas de conciencia, 20 de mayo de 1785.

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