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-353- sión en Sevilla, predicando en el patio de los Naran– jos y teniendo por fondo la sin par Giralda y las magníficas portadas de la Catedral , había vuelto al Convento y se había retirado a la Iglesia a orar, co– mo era costumbre suya. Hallábase el Beato entre los altares del Sagrario, donde se veneraba la Inmacu– lada del Padre Eterno de Murillo, y el de N. P. San Francisco, contiguo a él, formado por el maravilloso lienzo dPI mismo pintor, conocido por El Abrazo. Debió el Beato Diego en su oración emular el rega– ladísimo abrazo que de brazos de Cristo recibe el Serafín de Asís, cuando éste le habló de esta manera: - «Así como este amorosísimo Señor se sirvió de mí, cuando era envuelto en pecados, para que repa· rase y detuviese la ruina de la Iglesia, así qu iere servirse ile tí para la conversión de los pecadores en esta y en otras ciudades. Obedece, prosigue y fía en su poderosa asistencia. >> ( 1) La Misión de Sevilla se terminó el G de marzo, con gran fruto de los fieles oyentes. El Beato siguió predicando sermones de feri as matutinas en la Ca• tedral , después un septenario de Dolores y serrro– nes sueltos, saliendo después de la fiesta de San Jo– sé para Málaga. Desde allí se proponía pasar embar– cado a Cartagena, seguir a Zaragoza etc.; pero no pudo , a causa de hacer su entrada en Málaga el Ilmo. señor Ferrer , el mismo que, por consejos del Beato, había aceptado su traslación desde la Sede de Zamora. Disgusto con el Padre Alcober. - EI Padre Al – cober, que no estaba al tanto de esto, le debió es– cribir una carta disgustado, y el Beato le respondió: Málaga 13 de mayo de 1785. Amadís imo y venerado Padre mio en el Seiior: Este sea siempre con nosotros. Amén . (1) P. Luis Anton io de Sevil la, pag. -l4G.

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