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-343- mente para ello, y ella lo estuvo para oirlo . No sé decir otra cosa.)) (1) «Esta Misión-continúa el Beato-en el modo es ardiente y eficaz, pero no rigurosa, porque no se sabe haya cosa notable en el pueblo y porque inte– riormente me hallo movido a ello; bien que tampoco es de suavidad , sino en un medio : el fondo lo ignoro, porque oigo poco de ello. Dios me conceda el mío, que es el que más me insta y apetezco. El Excmo. se– ñor Arzobispo autoriza con su presencia todas las funciones y edifica con su buen ejemplo a todos. Mi interior s_e halla para la predicación, como dejo insi– nuado; experimento la misericordiosa asistencia del Señor para ella, aunque mi cor-?.zón, siempre ruin, en todo teme y se acobarda; mas procuro clamar, resignarme y avivar la fe, alentando la esperanza del modo que puedo. Fuera de la predicación, estoy en mi habitual disipación, bien que ahora libre de ten– taciones, a Dios gracias, y sólo en la común insen– sibilidad. Procuro tener los dos ratos de oración (aunque no sean de hora completa) y aun tal vez fal – to a alguno por las cosas que ocurren y me parece no puedo remediarlo. 1) (2) «El Sr. Obispo de Zamora. hoy de Málaga, me escribe por medio de un familiar suyo la grande per– plejidad en que se halla para venir por acá, por el temor de que no sea voluntad de Dios. Esto lo fun– da, ya en la caída y vuelco del coche y accidentillos que le han dado, y ya en que una buena alma dice no es del agrado de Dios deje aquella Iglesia. Esta misma, preguntada en la primera ocasión, aseguró que, consultándolo con el Señor , creía era su divina (!) Cartas de conciencia, 2 de noviembre de 1784. (2) Cartas de conciencia al P. Alcober, 9 de no– viembre de 1784.

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