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- 10 - primeros pasos aquella vocación altísi ma y haberlo sostenido en su lucha con su madrastra. L a gran oposi ción que le hicieron, provino al prin cipio de que no quería su madrastra que fuern religioso, y después del empefio en que fuera Domi– nico. Tan grande deb ió ser la lucha, que el nifio tu– vo que encomendarse a los Angeles Cm:todios, de– biendo a su protección el salir triunfante, como lo -confesó después en un sermón en Málaga . L a tribul ación fué mayor , cuando, al ser exami– nado de latín por el P. Guardián, lo encontró inhá– bil para el estudi o. Volví )Se a afligi r nuest, 0 joven, tanto más cuan to mayores eran sus ansias de ser ca– puchino, y en tan honda aflicción, abandonado de to– dos, perseguido por su madrastra y los suyos, cayó de rodillas ante el altar mayor, con la gramátic::i en l as manos, y dirigiéndose al Sefior , exclamó, .lleno de amargura: - «Enséfiame, Sefior , que yo aprenderé. » Ubrique, apóstol de la Serranía de Ronda . De la.lectu– ra del P. Luis Antonio se desprende que era el V. P. Buenaventura de Ubrique. (P. Luis A. de Sevi lla, pá– gina 42.)

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