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-319- fianzas; pero nada de esto ni mucho más que refleje de resultas de la petición del Venerable, pudo con– vencerme a que aceptase la comisión, por la persona del Venerable, por su vocación, en una palabra, por lo excelente que debía ser su vida interior y exte– rior y los asuntos que debía manejar, no por humil– dad, sino por una cierta ciencia y evidencia de mi profunda ineptitud. Resolví excusarme en el mejor modo que pudiese, inclinándolo al que yo tenia por Director; pero como asunto de tanta gravedad, ofrecí a Dios el sacrifi cio de la Misa , y después pasé a consultar con dicho mi Director; y, hallándole pre– venido por carta que el Venerabl e le había escrito, hube de rendir mi juicio y s ujetarme, con el consuelo de que el gobierno de todo pendía de mi Director, y así se lo participé al Venera ble)). ( 1) Admitido , pues, por su nuevo Director, le escribe la siguiente: Ronda 8 de junio de 1784. Amadisimo y venerado Padre mio en el Señor: Este sea siempre con nosotros para que en todo le agrademos . Domingo de la S nntisima Trin idad (mi gran día) recibí la deseada y muy apreciada de usted de pri– mero del c01riente. Sus afectos de gozn, de humilla– ción , rendimiento, agradecimiento, renovación, fer– vor etc. fueron más de lo que pueda significar. Pro– curé leerla de rodillas, considerando en ella la voz de Dios, para mi infalible, y no pudiendo acabarla sin lágrimas, conocía, en el movimiento interio r que las ocasionaba, había querido hacer nueva ostenta– ción de la infinita misericordia del Señor en favore- (1) Historia de la vida interior y exterior del Beato Diego J. de Cádiz etc. por el Padre Alcober, pág. 136.

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