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-317- me da en ella para mi gobierno. Dios se lo pague a usted. Cada día veo más claras las misericordias de Su Majestad conmigo y mi desmedida ingratitud. No sé hasta donde ha de llegar su paciencia o hasta cuándo he de ser pesado de corazón. Conozco que justamente me retira el Señor la luz que necesito y no merezco, y siento a par de muerte esta propia dureza e insensibilidad en que me tiene mi amor pro– pio y mi falta de resolución para ser el que debo. Usted, sobrina mía, ayúdeme por amor de su amabi– lísimo Esposo, a pedirle el remedio de mi pobre alma para que yo en nada me separe de su santísima voluntad. Entiendo por la de usted debe ser mi Director el Sr. Abad, mi hermano, y ya le escribo algo sobre esto. Si usted lo conoce así, ayúdeme a consegu irlo, y si conoce otra cosa avíseme del modo que le sea menos molesto, pues con toda indiferencia sólo quiero lo que quiera Dios, y con sólo enviarme usted a decir de palabra: «No es esta la divina volun– tad», me bastará para pensa r de nuevo en mi reso– lución. Nada tengo que perdonar a usted por su carta, sí mucho de que darle las gracias, como se las doy con el mayor reconocimiento a la caridad con que me favorece usted. Perdone le causase las aflicciones que por mí ha sufrido y que le haya molestado en esta ocasión; para hacerlo no la traté de sobrina, porque me detuvo la cortedad y el cono::imiento de lo que soy; mas nunca la he olvidado ni omito jamás darle el desayuno que le tengo ofrecido. Quisiera poder expresar a usted mi agradecimiento de algún modo; pero nada valgo. En todo caso yo soy de usted para lo que quiera mandarme. Me encomiendo :!3

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