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-313- quiso dar la menor luz de cómo lo había de hacer: sólo intimarme otro mandato más duro. Este ha sido que no he de decirle a su merced nada de lo que a usted escriba, y que esta la he· de cerrar yo con su oblea antes de entregarla a su. merced. Sólo Dios puede conocer lo que me cuesta. ¡Bendito El que así lo quiere! A su amor lo ofrezco• todo. Tío mio, usted se ha consentido se vuelva a ve– rificar lo que en otros tiempos permitió la bondad de Dios que una burra hablara, y usted quiere suceda ahora; pero creo no podré yo, como ella, manifestar lo que el Señor quiera, pues haré lo que pueda, ad– virtiendo a usted no es cosa fácil de suceder esto; mas confiada en la obediencia · lo hago, con sumo dolor mío; pero no quiero expresar lo que de usted he co– nocido más que con el Fratres de Completas. (1) Es así; allí se vé el daño y el mérito, pues si a usted le cerca el enemigo con tantas ansias de devo– rar su alma, no hay más remedio que la vigilancia en la oración: con esta se conseguirá la victoria . Esta es la que procura estorbar al enemigo, poniendo de– lante de usted ciertos motivos que la estorben, con la capa de hacer bien a otros. Con esto ha consegui– do entrada por apariencia de caridad con el prójimo y descuidarse usted algo de sí. ¡No, no, Padre, no! Sólo usted ahora y después entrarán todos y con acierto se dará salida a todo. No hay que creer que son más que fantasmas y estatuas lo que este enemi- (1) Nótese que va respondiendo a la visión que ha tenido el Beato Diego de ser su alma una nitia rodeada de enemigos, fieras y leones. Háblale del texto de San Pedro: Fraires, sobrii estofe et v(f!,'ilate, quia adversa– rius vester diabolus tanquam leo mgiens circuit quae– rens quem devore!.-!. Petr. V-8-9.

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