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-310- gr,rndes de,eos de si en el sentimiento universal del ¡neblo; dejó muchos hijos, algunos opúsculos y no pocos discípulos en Jesucristo; y dejó en estos y en los demás muy escasas esperanzas de ver en este siglo otro alguno que le iguale. Dios enriqueció en vida su alma con los soberanos dones de su diestra, y ha significado no confusamente, después de ya di– f !111to, la gloria que, discurriendo piadosamente, goza en la et ernidad, consiguiente al divino oráculo: El que hiciere !J enseñare será g rande en el reino ele los cielos . Elección de nuevo Director. - La muerte del P. González tenía para nuestro Beato tanta impor– t ancia, que no hacía sino llorar, sin resol verse a nada. «Me veo-escribe a una de sus dirigidas-huér– fano, solo y sin hum111 0 consuelo, rodeado de peli – gros, entre mil e3pi113S de dudas, temores y oscuri – cl:1des, sin luz que 111:! 5 uíe, sin 1m1estro que me en– s~ñ':! y ~in p1dre que me dirija, abrnnndo de asun– t os... L1 congoja en que me hallo me hace imaginar se hunde el cielo sobre mi, o que, como ciego, trope– z:1ré a cada paso . Estoy resignadísimo en la volun– tad de Dios, pero t emiendo, y con fundament o, si el ~eñor me habrá quitado a mi venerable Padre Gon– zález tan presto, porque 110 supe aprovecharme de su doctrina y eje•nplo el poco tiempo que logré su santa dirección . «Yo estoy inconsolable con la muerte de mi amado Padre de mi alma, sin qLte haya día en que no lo llore muchas veces, pues ni aun en el interior percibo vis– lumbre de lo que mi alma necesi ta; an tes bien esta S':! me propone al modo de un niñ o una rnrn muy parvulita, que en medio de un campo se halla rodea– da de muchos hombres que, encolerizados, le dan t erribles gritos y aparentan quitarle la vida, y tam– bién fieras, leones y serpientes que hace:~ ademán a

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