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-7 - dócil e inocente; seguí los estudios con muy escaso· aprovechamiento por mi notable rudeza e inaplica– ción: no obstante, a los doce afios ya estaba estu– diando Súmulas, Lógica y Metafísica entre los RR. PP. Dominicos en Ronda. Volví el verano a la casa de mis padres, repudiado de mi Lector para no vol– ver a la clase por incapaz. Conseguí con esto que fuesen mayores los desprecios con qu,~ hasta all í ha– bía sido tratado y que me estrechasen a tomar desti– no. En medio de esto conservaba notable repugnan– cia al estado religi oso, máxime Capuchino . Sucedió una maiiana de aquel ai"ío, que creo fué el 56, que, entrando a oir mis'.l en nuestro convento el~ Ubrique, en ocasión que estaba la Comunidad c~ntando Prima, o no sé qué hora menor, de impro– viso se llenó mi alma toda de un gozo tan extrema– do y de una adm iración tan rara, que casi salí de mí, pues m~ p::irecía nuestra música (que usted sabe la que es) la cua l ja1mís había oido, no música de hombres, sí de un coro de úngeles o un remedo de la biengventuranza. No sabré explicar a usted- ha– bla a su Director- los efectos que causó en mi inte– rior, porque ni el gozo me lo dejaba conocer, ni yo entendía de tales cosas . Acabada la Misa, que no sé si atend í a ella, nos retiramos a casa, alegre sí, pero sin otra novedad. De aquí empezó un afecto a la Re– ligión t al, que el alma se me iba por ella. Con esto procuraba, cuando podía, inclinar a quien me saca– ba a Misa a que fuese a los Cnpuchinos, y ya me adelanté a entrar en la sacristía para ayudarlas. Pedí la vida de algun santo de la Orden, y me dieron la de nuestros santos,S::m Fidel ySanjosé deLeonisa, uno y otro misioneros, y luego la del V. P. Fr. José de C'.'lrabantes, llamado el Apóstol de Galicia . (1) (i) Próximo a ser beatificado.

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