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-307- siones, ya en los actos literarios de cátedra y con – clusiones, defendiendo o arguyendo, ya en las parti– culares consultas, y ya en muchos lance,; repentinos, respondiendo y hablando con tanta oportunidad, abundancia y menudencia, como si acabase de leer aquel asunto. (1) «El P. Gotizá!ez, aunque por su notoria humildad rehusaba dar al público sus papeles, con todo, así en lo~ impresos como en los manuscritos, nos dejó un buen testimonio de su gran sabiduría y del fruto de su enseñanza. Consta por ellos que escribió sobre distintas materias, ya místicas, ya morales, ya teoló– gicas. diversos libros, tratados, disertaciones y opúsculos, sin entrar en esto sus sermones impresos y otros en número no pequeño, que se juzgan dignos de la prensa. (2) Como orador sagrado-continúa: «Hall tí base dotado de cuantas prendas son apetecibles en un orador evangél ico para formarlo el más excelente y recomendable. La voz, la pronunciación, el estilo, la acción , la energía en el decir, la vehemencia en re– prender, la eficacia en persuadir, la gravedad en exhortar, la propiedad de los términos, lo nervioso de las razones, lo profundo del argumento, la clari– dad de su explicación, la oportunidad de las pruebas, con la facilidad de producirse aún en los más delica– dos pensamientos, era un conjunto de circunstancias con que embelesaba al que le oía, movía la voluntad del que le escuchaba y ganaba los corazones de to– dos los oyentes. (3) (11 !bid, pág. 25. M lbid. pág. 35. (3¡ Jesús, María y José.-EI Sabio Perfecto y Di– rector consumado de las almas - Sermón fúnebr~, histó– rico, moral, que en las solemnes exequias celebradas

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