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-306 - menso piélago de la visión clara de Dios y anegada en el torrente de sus eternas dulzuras. Le mani festó los premios y grande gloria que ya gozaba , por sus vi rtudes, por sus trabajos y por la perfección con que procuró desempeñéir sus empleos de predicador, de confesor y de maestro; le exhortó a que diese al Señor las debidas g racias por la inmensa gloria que le había concedido; y la persuadió a que, acordándo– se de lo que en vida le había enseliado, se resolviese a padecer ahora por Dios, hecha cargo de que la v ida es para obrar y padecer por el amado y la eternidad para gozarle ». (1) Predica el Beato Diego la oración fúnebre a su Director .-EI 22 de marzo de 1784,en la Igle– sia de S. Francisco de Paula (hoy a cargo de los P. P . de la Compañia de Jesús) con asistencia de la Universidad, la Sociedad de M.edicina, Comunidades Religiosas, Nobleza y escogidisimo público, predicó el Beato Diego la oración fúnebre, del Rvdmo. P. Maes tro, Fray Francisco Javier González. Está hecha con carii'ío y unción de hijo; y es el mejor re– trato que nos ha quedado del insigne místico sevi – llano. Lo presenta como sab io verdadero y corno Di– rector consumado, y lo prueba, como él sabía hacer– lo. «Era dotado-afirma-de un entendimiento pers– picacísimo y angé lico con que penetraba todo el fon– do de las dificultades y le era manifiesto el sent ido de las materias que trataba . Su memoria tenacísima para retener las especies, de modo que parece no ol– vidaba jamás lo que una vez aprendía; su comprehen– sión era vastísima, pronta y monstruosa; y de todo nos dió pruebas las más claras por repetidísimas oca- (]) !bid. 112. - Probablemente esta alma fué la M. Zayas, como parece desprenderse del contexto.

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