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CAPÍTULO XX Muerte del P. González . - Predica el Beato Diego su oración fúnebre. - Elección de nuevo Director .-EI P. Alcober . 1784 Con la Misión de Ronda concluyeron las tareas del año 83, y de allí pasó a Málaga y después a Mo– rón a principio,; del año siguiente. Dios lo disponía así, para que en Sevilla asistiera a la muerte de su Director, el V. P. Francisco Javier González. Se me acerca la eternidad había escrito pocos días antes a Fr. Diego; le tenía expresado su deseo de tenerlo a su cabecera en la última hora, y Dios le concedió que muriese dulcemente en los brazos de su santo hijo a quien tanto había amado en este mundo. «Luego que tuvo noticias de venir yo a esta ciu– dad -dice el Beato Diego en su oración fúnebre– aseguró a cinco o más de sus hijos espirituales que mi venida era para auxiliarle en su muerte y para dejarlo enterrado; y, reconviniéndole uno de estos de que siempre hablaba de las cosas de su muerte y que tal vez no sería lo que pensaba, le respondió: No tengo duda; pues hace días le pido a Dios 22
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